No hay día que no leamos en la prensa escrita noticias sobre la sostenibilidad del actual sistema de pensiones, principalmente de jubilación. A través de los medios sabemos que la tan necesaria reforma de este sistema se encuentra paralizada, puesto que la Mesa de la Pensiones tiene ante sí un reto nada desdeñable, como es mantener el poder adquisitivo de las pensiones sin que ello suponga un grave desfase presupuestario.

Pero no solo los medios de comunicación ponen de relieve un tema tan importante en nuestro presente y futuro. Desde diferentes grupos de investigación se están planteando posibles alternativas a un sistema de pensiones que, aparentemente, no da más de sí. Mediante este post me gustaría resumir un trabajo publicado por Domínguez-Fabián, del Olmo y Herce (2017), a través del Instituto Universitario de Análisis Económico y Social (IAES) de la Universidad de Alcalá, que tuve ocasión de leer hace unas semanas y que propone un interesante sistema mixto de pensiones.

Tanto el aumento de la esperanza de vida como la reducción de la natalidad han sido señaladas como las principales causas de la falta de sostenibilidad de las pensiones. De esta manera, las posibles soluciones han estado enfocadas a retrasar la edad de jubilación, aumentar la natalidad, mejorar la productividad, favorecer los flujos migratorios, o cambiar la financiación del sistema, entre otras. Sin embargo, los autores mencionados afirman que el problema de las pensiones es más profundo que todo lo anterior y que hay que considerar que la mayor esperanza de vida está generando cambios y nuevos comportamientos a lo largo de la vida de las personas. Una muestra de esto es que en las últimas cuatro décadas la etapa de la vida dedicada a la formación ha aumentado, retrasándose así la edad de emancipación del hogar parental y, por tanto, la de creación de una nueva unidad familiar y la de llegada del primer hijo. Por su parte, aunque normativamente la edad de jubilación se ha establecido en una edad concreta, la edad efectiva se ha adelantado.

Los individuos están retrasando su entrada en actividades productivas, mientras que su salida del mercado laboral no se está posponiendo de la misma manera. Así pues, el problema de las pensiones no se debe simplemente al aumento de la longevidad, sino a que las personas aportan al sistema cada vez menos años y perciben pensiones durante más tiempo.

Ante este escenario los autores proponen un modelo de pensiones mixto por etapas. Actualmente, los individuos cotizan en relación al salario percibido hasta la edad de jubilación, para, a partir de ese momento obtener una pensión vitalicia hasta el fallecimiento. En el sistema mixto por etapas se consideran igualmente dos periodos. Uno de vida activa y otro de jubilación. Sin embargo, la diferencia radicaría en que en este último periodo habría a su vez dos etapas. La primera abarcaría desde la edad de jubilación hasta la “gran edad”, mientras que la segunda iría desde la “gran edad” hasta el fallecimiento. La “gran edad” podría situarse en torno a los 80 años de edad, aproximadamente.

Una vez distinguidas estas etapas, los autores proponen que durante la vida activa se realicen cotizaciones según dichas etapas. De esta manera, la cotización anual de cada persona durante su vida laboral se dividiría en dos partes:

Una parte de la cotización permite generar una renta financiera actuarial temporal que recibirá dicha persona desde que se jubile hasta la “gran edad”.
La otra parte de la cotización permite financiar pensiones causadas generas por el sistema de reparto de la Seguridad Social, y que consiste en una renta vitalicia a percibir desde la “gran edad” hasta el fallecimiento.

Este sistema mixto por etapas consta, por tanto, de dos esquemas. Uno de capitalización privada (eventualmente obligatorio) que actúa desde la jubilación hasta la “gran edad”, y otro de reparto público que va desde esta última hasta el fallecimiento. Los trabajadores podrían elegir la edad de jubilación, así como optar por combinar una jubilación compatible con el trabajo.

Mediante esta propuesta, la Seguridad Social limita sus necesidades financieras, manteniendo la suficiencia de las pensiones. Los individuos no pagarían más que con el sistema actual y contarían con más margen para planificar sus ahorros y decidir cómo debe ser su desvinculación de la vida laboral.

Sin duda, el planteamiento de los autores es interesante y puede complementar y enriquecer a las distintas soluciones propuestas que se están debatiendo. En su artículo podéis ver un análisis comparado detallado del sistema actual de pensiones y el aquí resumido.

Artículo completo: https://dspace.uah.es/dspace/handle/10017/30318

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